lunes, 19 de noviembre de 2007

¡LOS AMERICANOS ESTÁN LOCOS!!!


Querido hijo. Al transcurrir el tiempo y a la medida de tu crecimiento, usarás o estás usando objetos cotidianos que nunca le darás la importancia que yo le di.
Formó parte de tertulias entre mis compañeros de colegio por nuestra incredulidad y me refiero a estos objetos del día a día, que hoy día utilizamos sin percibirnos que, en su tiempo, fueron grandes inventos.
Entre todos te voy a señalar el famoso Kamfort que en un plis plas era capaz de una sola pasada dejarte los zapatos mas relucientes que un chorro de sol. Hasta aquel instante tu padre pasaba largos minutos en limpiar sus zapatos donde la proporción de brillo sobre el cuero quedaba constatada en sus propias manos con una exposición completa de manchas de betún que se extendían no solo en las manos, sino en la ropa y en el rostro. Kamfort, me solucionó el compromiso de llevar los zapatos relucientes para ir al colegio en un plis plas y sin tener que ensuciarme.
Eran aquellos tiempos que usábamos botas -¿Chiruca?-, Que servían para jugar al fútbol, bajo la lluvia o bajo el sol, para ir a la playa o para escalar montañas. eran botas indestructibles estilo spiderman.
Luego vinieron las -Wambas- zapatillas deportivas transpirables y acolchadas, con dos agujeritos laterales por donde se suponía transpiraba nuestros delicados pies, aunque los malos olores permanecían dentro.
Y nuestras botas de fútbol hechas de suelas de cuero, cuya base ostentaba redondos tacos de cuero enzarzados a martillazos con clavos, que al primer -chut- saltaban por los aires. Luego, se hicieron tacos de aluminio, evolucionando hasta lo que hay en nuestros días.
Nos extrañó también, de mi época infantil, la noticia de que los americanos bebían agua embotellada, cuando aquí, en España podías beberla de cualquier grifo y gratis. !Los americanos están locos¡¡,decíamos a corrillo en los patios de recreo. Beber agua de una botella que ridiculez.
Los americanos, explicaba el mas listón de la clase, tienen tanto dinero, que utilizan unos pañuelos de papel una sola vez y los tiran a la basura. Cuando nuestras madres no tenían preparados nuestros pañuelos de hilo con nuestras iniciales bordadas con todo esmero y cariño.
También vino el -papel higiénico- , en rollo, mas duro y áspero que un pan de quince días. A partir de aquel momento, los periódicos empezaron a perder clientes, que es lo que se usaba normalmente para aquellos menesteres.
Nuestras madres, usaban "medias cristal", de invención americana, como todo por aquellos tiempos, tenia sus costuras y mi madre, con la templanza de Santa Teresa, se pasaba largos minutos ante mi impaciencia, en ponerse aquellas medias con su costura impecable detrás y a lo largo de sus piernas. Aparte, de que se rompían enseguida, salió alrededor de ellas, un negocio floreciente de remiendo a través de los expertas por la ocasión que solían ser las porteras de las casas y algún que otro particular, que con un vaso y un ganchillo, podías volverlas a utilizar por unas horas mas. Esto si, recuerdo que los -malos arreglos- se cobraban por centímetro la carrera. Pero bueno, volvamos a los americanos.
Los americanos- tiran los coches después de dos años de usarlo y se compran otro nuevo, cuando nuestros padres, con un Seiscientos o un Gordini, llamado también coche de las "viudas", que se pagaba con letras interminables, hacían del coche, que no pasaba de los noventa, un personaje central en la familia obrera de la España de Franco.Y de cambiar a los dos años de auto nada de nada.
Eran los tiempos que íbamos a Andorra a llenar los depósitos de gasolina a 0,02 céntimos de €uro/litro o comprábamos la radio que la Seat nos escatimaba y que a la vuelta a nuestra patria querida, la benemérita nos esperaba con los brazos abiertos y paternales, con sonrisa de luna y frotando las manos nos invitaba a bajar del coche a la búsqueda de la consabida emisora u otros artilugios que no se vendían en España. Entre los chivatos de Andorra y la benemérita en su obligación, salió también un florido negocio, para los primeros por supuesto. Pues los artículos volvian al mismo establecimiento en los que se había adquirido con tanta ilusión. Aquella radio en la que nunca jamás llegaríamos a escuchar voz alguna, perdiendo nuestras pesetas bien sudadas. Esto si, nos íbamos con el depósito lleno de gasolina, dejando a tras el cara de luna de la benemérita que nos había fastidiado el domingo.
América ,era amiga de Europa. Los americanos eran generosos, muy generosos y les sobraba de todo. Esto lo pensábamos yo y el "sabelotodo" y empollón del colegio, que siempre solía ser el que mas granos tenía en la cara.
Estos americanos locos, siguen siendo unos locos, pero de esto te hablaré otro día

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