sábado, 26 de abril de 2008

CHILE, CHILENOS Y PABLO NERUDA

Es la tercera vez que tengo la oportunidad de visitar este gran país hermano de figura alargada como el rostro enjuto de Cervantes : Chile, apuntalado por dos franjas naturales, los Andes y el Mar Pacífico. Tierra de sufridores, sin apenas vecinos directos y a la sombra y orgullo de raíces hispánicas.




He tenido la ocasión de ver la casa de Neruda en Isla negra. Ciertamente lo que mas me ha impresionado ha sido el paisaje que desde la casa de Neruda se puede observar. Un mar difícil, de 0las encrespadas, que se rompían en mil pedazos al chocar contra rocas graníticas de la playa Isla Negra. Una playa que bordea la neblina y que la llenaba de conjuros sensuales que solo Neruda tenía el don de trasmitir poéticamente y rizar la piel como las olas rizaban una y otra vez las arenas de la playa. Aquel paisaje que se impone mientras Neruda amaba y deseaba ser amado al amparo de las estrellas y el susurro de las olas y el olor profundo de mar, de caracolas y de cánticos de sirena que salían de las aguas para dialogar con Neruda y explicar los misterios de la pasión, la armonía del amor, de la ternura. Aquellos paseos con Matilde, por las arenas y el run run de las olas. Los secretos de alcoba de su pasión desbordante por las mujeres, en un lecho de pétalos bajo un cielo inmenso como inmenso fué su amor y sus amores. Chilena de sangre, Matilde, que supo transportar a Neruda en los recónditos secretos del amor, mientras el cubría su cuerpo en pétalos y besos ardientes como ardiente es el desierto de Atacama. Piel sobre piel, boca sobre boca, silencio, sin palabras por la lujuria desbordante de dos seres humanos que jugaban con besos desbordantes y secretos que sólo ellos sabían. Continua el run run de las olas, las sirenas están tristes, las chispitas del cielo guardan sus secretos, sonríen, silencio...Neruda sigue vivo...en sus versos...sigue vivo. Los hombres grandes no mueren nunca.