Llegaste al mundo en el 2004. Un mundo difícil, muy complicado, aunque siempre ha sido así. Los humanos tenemos la facultad de complicarlo todo. Lo mas insignificante lo hacemos complejo y al revés, lo difícil lo hacemos sencillo.
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En este mundo que aterrizaste, observarás, que las cosas, no todas son buenas, pero tampoco son tan realmente dramáticas.
Distintas generaciones se han enfrentado a un mundo evolutivo y perfeccionista que por otra parte ha potenciado la pobreza y marginación de millones de seres humanos.
Tu has tenido la oportunidad de nacer en la unión de naciones. En La Europa rica y fértil. En la Europa del Euro, del bienestar. De la leche y la mantequilla en abundancia. La Europa de los estados proteccionistas. Todo o casi todo está controlado. Potentes ordenadores controlan los ciudadanos europeos en todas las facetas de su vida. Estamos, hijo mio, super vigilados y por esto, mal dicho, nos declaramos países esencialmente libres y democráticos. Los demás no cuentan. Pero vayamos a lo nuestro de que esto ya hablaremos mas adelante. Diecinueve horas estuviste en trance de salir o no salir del sufrido vientre de tu madre
La comadrona, una peruana de importación, si no recuerdo mal, le decía a tu madre que -pujara- y así, lo hacía con unos soplidos dignos de gaiteros escoceses. Tu sabes cariño, lo que es empujar o -pujar- durante diecinueve horas. Tu padre, el de aquí presente, con su bata verde esmeralda, un gorro tipo hongo arrugado y cubiertos los zapatos del mismo tejido, de pié, detrás de tu madre, haciendo continuos soplidos de acompañamiento, ella, que bien acalorada, medio desmayada y rodeada de tubos, que vete a saber para que servían, soplaba y soplaba y yo a su lado, hasta que te dignaste a sacar la cabeza poco a poco a las tres de la madrugada cuando el que estaba para caer desmayado era yo, tu padre, que indudablemente no te parió, pero como si lo hubiera hecho.
Vinisteis a "sustituir," a una hija, que es lo que mas quise y quiero en mi vida, una hija que me arrebataron, si me la arrebató el destino y este mismo destino cruel hizo traerte a mis brazos.
Contigo volví a nacer y creer en los milagros.
¡Bienvenido mi amigo e hijo Jordi!
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