Estas son unas líneas, mi querido Jordi, dirigidas a mis hermanos consanguíneos, y que gracias a ellos tu estás A diez mil kilómetros de papá. El egoismo es la enfermedad de esta familia y la usurpación de tantas cosas... Y dice así:
Algunas líneas sin ningún ánimo de ofender pero por supuesto si, de aclarar, con todo respeto, actitudes, que no deseo ni juzgar, ni criticar, ni llegar a fondo, pues en esta vida cada día nos lleva sorpresas y es fácil criticar las personas sin reparar que según nos movemos, dañamos los sentimientos de los demás. Juzgar es fácil, muy fácil. He sufrido muchas incomprensiones en las personas que yo pensaba que podía confiar, unas por amistades, por familiares o simplemente por conocidos. Pero uno debe llevar una coraza por la vida para estos menesteres y aunque se haga pesada, saber aguantar. Ser suficiente hombre o mujer para reconocer sin divagaciones la verdad, sin esconderse, porque detrás de las apariencias, llevando pantalones o faldas, todos vamos al baño.
Yo entiendo que la escuela de la vida nos muestra muchas cosas, muchas sorpresas; amigos que desaparecen, familiares que se van para no volver, amores, traiciones y junto a ello otras sorpresas como el nacimiento de nuestros hijos, su desarrollo, aquel cumpleaños, aquel pequeño objeto de obsequio que tanta ilusión nos dio. Lo malo nos sirvió para conocer mas las personas que nos rodean, para valorarlas en su justa medida, Lo bueno para recordar que no todos son iguales. Los hay que se mueven por los sentimientos y los hay que se mueven según el talonario.
Y aún así nos equivocamos. Las enfermedades nos sirven para apreciar también los momentos que estamos bien y aprovechar los segundos de nuestras vidas. Valorar otra escala de valores. No evaluar a las personas por su cheque, ni por sus propiedades, ni por el numero de autos que tienen en su garaje, o por el tamaño de su piscina o por el traje de la marca tal cual. Las apariencias, son esto, apariencias. O bien saber compartir con alegría una simple cerveza, con un simple hombre de escasos recursos sin que avergonzarnos de él por su vestimenta o por su aliento o por su mal olor. Saber compartir sin egoísmos, saber ayudar en su justa medida y en proporción a su nivel económico. Esto es lo moral. Lo inmoral es dar la espalda, recuperar a todas luces aquel Euro que nos deben porque no nos deja dormir o porque al lado alguien nos lo recuerda constantemente.
Serios golpes nos deparan la vida, tarde o temprano, empezando por la desaparición de familiares, amigos, conocidos, y como en un calendario que vemos como transcurren los días así transcurren las personas que desaparecen sin decirnos adiós.
¿Qué me ha enseñado la vida? Mucho, Entender que una relación de dos personas de distinto nivel económico no es posible. Incluso peor entre parientes. Y esto hace que el dinero sea culpable de las desavenencias entre amigos, conocidos y familiares. Así de sencillo. No puede existir una buena relación. La prepotencia del dinero hace milagros pero es nefasto para las relaciones humanas. Convierte en egoístas a las personas. El que lo tiene desconfía del que no lo tiene. El que lo tiene explota al que no lo tiene, utilizándolo como un vasallo.
Tengo la firme convicción que si la humanidad no se destruye por si misma, mi hijo vivirá en un mundo mas justo, más equitativo, donde los valores humanos prevalecerán sobre la idea de que tener muchos autos es considerado como de estatus superior, aunque se carezca de inteligencia. El que tiene poder económico solo convive con los de su especie. Los pobres molestan o son considerados de corta capacidad, poco inteligentes o bien no sirven para amasar fortuna, por lo cual, molestan.
En esta escuela de la vida que he comentado uno va observando y aprendiendo de los golpes que nos da la supervivencia. –Yo-, no quería personalizar el pronombre personal, a veces inevitable, en unas líneas en que por todos los medios intento no juzgar, pero si, como he dicho al principio esclarecer algunos detalles. Siempre en tono educativo y mil veces para recordar, que la presente no tiene base para atizar el fuego y menos yo que no lo he encendido, pero a veces, cansado de extinguirlo.
Es como aquello que siempre hay al lado de uno diciendo que acabará mal y no es que acabe mal, son los deseos de éste para que acabe mal y acaba por terminar mal. Se trata de personas inconscientes.
Guardar silencio, toda una vida, se hace pesado, aunque sin discrepar no voy a soltar prenda de muchas cosas, de muchas que bien guardaré en mi armario, pues mi educación, hace que mi vida transcurra en un absoluto mutis, repito, por no herir, por no hacer daño, pues aunque reconozco que poco caballeros han sido conmigo, por nada, debo pagar con la misma moneda. Y lo que cuento, contado está que no son mas que detalles triviales y migajas para unos y para otros, pero que molestan que le tomen a uno el pelo.
Las cosas, con formación se pueden decir, incluso las más crudas, sin que nadie se ofenda y a la vez entienda que para esto existe la agudeza, sin que nadie, repito, se sienta ofendido y en tal caso, solo el pronombre personal –yo- tiene el derecho, la moral, la certeza y la fuerza de sentirse ofendido, enojado, sonrojado, avergonzado y otras tantas cosas. Porque aunque parezca extraño, este –yo- aun se sonroja de vergüenza, porque hay cosas, que de verdad dan vergüenza.
De estos golpes que ha recibido esta minúscula silaba de pronombre personal –yo-está la feroz injusticia iniciada por quien me engendró, con mala o buena voluntad, solo él lo sabrá, por descuido o por exceso de cuidarse, por temor, por venganza, por vergüenza, váyase a saber, pues, las relaciones son muy complejas y a estas alturas nadie sabe la verdad, solo él y nadie mas, pero si se puede deslumbrar una pequeño equilibrio de impulso en su voluntad que nadie quiso entender, ni siquiera con sentido común, y menos por sentimiento o por delicadeza o de buenas costumbres o por carecer de simple magnificencia: cuando hay dinero suele ocurrir de escurrir el sentido común a costa de la avaricia y enriquecimiento personal y en perjuicios de terceros. Este –yo-, que jamás le gustó la greña llegué la conclusión que valorar los lazos de sangre por línea paterna es la mayor riqueza que uno puede atribuirse. Han sido una treintena de años que no habiendo intereses a habido un mas o menos, relación entrecomillada y desconfiada, que no siempre viene acompañada de uno, que siempre se le suma el dos. La voluntad de las partes no puede ser equilibrada, si mi –yo- personal orgullosos estaba, por ellos, por un auto o una casa, no era recíproco, en cualidad igualada, los unos, por exceso de fidelidad mientras los otros escondían sus tesoros por temor a serles arrebatados y preferían presumir de cierta melancolía que estaban perpetuamente al borde de la pobreza. Ni enseñar la casa se atrevían, quizás por descuidada, vete a saber, o quizás porque no tenían; son tan complicados los ricos, que fantasmas ven en todas partes y yo me excluyo, no sea que me tomen por uno y les arrebate lo que nunca han tenido.
Volveré a hacer hincapié, que estas líneas, y lo volverá a decir otra vez, no intentan acusar a nadie, ya que esto es muy fácil, simplemente, son unas líneas de punto de vista diferente a los que hasta ahora he escuchado, son mas bien el reflejo de lo que yo hubiera deseado, del verbo desear, deseos incumplidos o deseos de desear que se hubiera hecho o realizado, convirtiéndose en realidad. Pero ya se sabe, los deseos van por un lado y la realidad van por otro. Pero por una vez y última lo expongo, para que nadie piense que se vaya a repetir, pues, no soy yo, tan importante ni los demás merecen tanta atención.
No quiero caer en la instigación de hacer una critica de la ex. del –yo-personal, aunque es inevitable que la mencione por la temática, pero intentaré por todos los medios pasar de puntillas, con sumo cuidado, pues no es mi deseo que la critiquen, pues para esto, ya me tenían a mí, arto, complaciente, aburrido y vergonzante.
Hoy no pienso lo mismo, Reconozco que me equivoqué. De estos errores, sin deseos de entrar a detalle que solo corresponden a las personas afectadas, este –yo- personal y de pronombre torció su vida porque una mañana como ha ocurrido a millones de personas, rompe con él –tú-segundo pronombre personal, encontrándose sin derechos, sin dinero, sin hija, sin casa y sin familia, rodeado de absoluto aislamiento ya que el tú consiguió aislar por completo el –yo-, incluso no sólo de sus parientes y familia, si no también, tuvo la voluntad a su disposición de los que por parentesco y sanguíneo me correspondían o creía que me correspondían, por ley y por sangre estar a mi lado.
Él –yo- cometió un grave error, (al no valorar los comentarios de la ex del yo personal que siempre indicaba que él- yo- no-tenia familia), de creer y confiar que algunas personas de su alrededor estaban de su lado cuando eran firmes candidatas del mío –tu- que defendieron a capa y espada con absoluta pasión al otro pronombre de la ex del –yo-, y así quedo demostrado hace mas de un lustro, en una noche de estío, una pizza de testigo y una mujer embarazada. Todos enmudecieron y así fue la recepción, alguien no supo estar en su sitio y como todos callaron y lo peor, él –yo- quedo resentido porque fue desde antes de aquel instante en el que fue juzgado como culpable, odiado, ( ¿que la abre hecho yo?), Y sobre todo sin dar la oportunidad de la mínima defensa, y si, en cambio se la dieron y con largas razones a la ex del –yo-pronombre personal, los que yo creía, renuevo, pensando que estaban a mi lado, sin darse cuenta que ésta, les vendió el caramelo.
Hablando de caramelos, se tendría que decir, tienda de chuchas, que algunos han recibido a costa, como siempre, de mí –yo- personal, que se llevó los envoltorios o sea, los perjuicios santorales. Cuando se dijo comentarios como, darle todo, no sé quien dijo, que no se levantará, calibró mal las fuerzas, ya que la misma tenía el apoyo incondicional de sus consanguíneos, pero con firmeza, pues era natural, contra viento y marea, y los míos sucumbieron a los encantos de una lágrima cristalera.. En el caso de –yo-personal, no los había o quizás debía preguntar en donde se escondieron o quizás se vendieron, pero, preguntaré a mi engendrador, porque tan descompuesta la que me tocó. Cuando se decía que un auto está repleto de repelentes, tenia que demostrar mi buena voluntad, sin ver que detrás de ello, buscaba incordiar y poner su auto y demostrar como tantas veces, la fuerza de uno sobre el otro, luego vino el piano y esto solo es el principio. La buena fé siempre debía ser unilateral, cuando pensaba que debía ser de ambas partes. La ayuda también, en todos los aspectos debía ser, unilateral y así ha quedado demostrado que la buena voluntad se queda vista y comprobado en un desprecio total. Así quedo yo. Reconociendo mi-yo-personal, la perdida de credibilidad, aunque no sé sí por intereses económicos o por moralidad, o ambas cosas. La debilidad de las relaciones se sustentaba con tanta fragilidad y falta de sentimientos que a cada uno queda al descubierto de sus buenas intenciones.
Para esto está la inteligencia y ahora aprovecho mi defensa por cerradas las puertas que ya tengo y acepto, pues cada uno es responsable de sus aires y de a donde pone sus pies. Las lágrimas me dieron empacho, me refiero a las de la ex, del –yo- con la misma cantinela, que todos conocemos, pero que buenos intereses y ayuda ha conseguido, por tal medio repetitivo. Incluso, quizás, un nuevo letrado conocido.
Mi envidia es reconocida, ver a la ex del-yo- pronombre personal, que sus parientes apoyaran. Con o sin razón-toda actitud. Los míos, dejaron de ser míos desde aquel instante. Se vendieron.
Diálogos frente a la infanta consiguieron puntos, pues de oídas tuvo presencia interesada por la ex. Del –yo- para razonar que todo iba a su favor, de una familia a la otra. Claro está, luego, él –yo-personal, se le retrata como indolente, insensible o como mínimo un irresponsable, pues abandonar a la infanta es pecado grave, pues que así lo sigan creyendo, pensando, y afirmando, quien piense así, menos palabras, que la acoja en su seno, que yo no me opongo y cruces y agua bendita les doy, para que sigan murmurando. La caridad se demuestra, no con palabras, sino con hechos. Murmurar es de fácil camino, den ejemplo es lo mínimo.
Por otro lado, decir que las rupturas son dolorosas y decir al –yo- personal de que no me preocupaba de la infanta es tan absurdo y malévolo como la mas infame de las mentiras, pero es tan fácil juzgar y que te pongan el santo. Nadie puede decir que antes, ni después no me he preocupado, nadie puede hurgar mis sentimientos y no acepto en modo alguno que nadie me dé lecciones de moral ni de comportamiento con la infanta. Yo puedo entender mejor que nadie por estos derroteros y puedo decir con toda claridad que mi comportamiento ha sido sin ningún lugar a dudas mejor que los que tuve por quien me engendró. En esto seré crítico. Aunque en la actualidad, en arras de mi honestidad, ya carece de importancia y ahora, sí, él – yo- renuncia públicamente y con la cara alta, la nulidad y ruptura con la infanta y no me opongo a que los que me han criticado se la queden. ¿No son de familia? Las palabras sobran, pasen a los hechos y me quitaré el sombrero.
A mí me hubiera gustado que tanta pasión en defender la amistad de amiga a mi ex del –yo- personal, mejor y lógico seria que hubiera estado al lado natural del – yo- personal por natural y por sangre por parte del que me procreó, aunque de tercera se tratara. Así como, dejando aparte lo justiciero o no de los alegatos de la ex del –yo- personal formaron conjunto cerrado a su alrededor, sin dar oportunidad de dialogo que apartado quedé. Total, bien solo estuvo él –yo- personal y encima lo que él creía familia, o un diez por ciento de familia, no lo era o se habían vendido o se había volatilizado. Claro que, si ocurriese al revés, jamás seria aceptado, ya se sabe porque.
La ex del –yo- personal supo aprovechar esta y otras circunstancias-ventajas a raíz de estos hechos, independiente del daño moral, hasta conseguir y consiguió la ruptura familiar de este endeble diez por ciento, con el apoyo de los tercios de Flandes.
Por complacencia a mí –yo- personal, bien me hubiera gustado, que esta amistad antinatural y posicional se hubiera convertido con la misma vehemencia a favor del –yo- personal, con la personalidad y el buen criterio, siguiendo, de las buenas costumbres que uno debe tener, aprovechando su inteligencia y aconsejando que cada uno, no se trata de inmiscuirse o no, que esto no es malo, si no de estar en el sitio que le corresponde. Otro gallo cantaría que desde una correcta posición hubiera reprimido, frenado, aclarado, rotundo, y haber dado la cara con la misma vehemencia testifical de la noche de la pizza en decir que mi –yo- personal era incapaz de maltratar a la infanta y que esto era un acto plenamente repugnante, criminal y vulgar, un golpe bajo que no tiene nombre, pero fue mas fácil callar y seguir con el cuento y el santo, dando alas a quien sabia de antemano que se las daría. Nadie sabe, mas quien lo pasó, ser juzgado en juzgado con toga, fiscal y abogado, por maltrato a una infanta que se reafirma y una ex del –yo- maestra en manipulaciones que sabe mas latín que una profesora de escuela. Mi enojo fue que nadie se avergonzara, nadie. Ni siquiera este diez por ciento. ¿Es todo tan normal, verdad? Y los de mi lado guardaron silencio, pero observaron. Es lo trivial.
Otra ocasión de oro, en mis deseos incumplidos, fue la desdichada usurpación de unas joyas, propiedad de una anciana-madre del -yo- personal. Todos callaron, sabiendo, o se convirtieron en sordos de golpe, nadie aporto un euro por él –yo- personal ni mucho menos un simple comentario, ella falleció sin recuperar lo que nunca se le tuvo que desvalijar, sus joyas, sus discos de juventud, sus muebles y un largo, que no sirve para nada recordar. Era vieja y ya no importa y tampoco tenia caudal. La otra, con su paranoia, quedándose unos viles metales y rebozando felicidad y con el total apoyo y consentimiento basado en el silencio o la sordera como se la pueda llamar, de amigas, familiares y vete a saber de quien más, aunque ya supongo. Nadie se atrevió a decir ¡basta de tantos embustes y mangoneo! La ex del –yo- prefirió que la anciana muriera antes de entregarle lo suyo. Los demás guardaron silencio. Falleció pobre, sin pedir nada para ella, pero sí por sus hijos. No esperó nada de nadie, ni un elemental pésame voluntario. Así fueron las cosas y en el olvido quedaron. A la casta se mide en talones y ella no los tenía. Cuando murió, alguien dijo, como condolencia, que era vieja, como si se tratara de un armario. Siempre hay sensibilidades de tercera. Esta quien lo dijo otros se olvidaron.
Nadie se le ocurrió aconsejar, entre otras cosas, que la ex del –yo- vendiera la casa en provecho de los dos. Vivir con 350 m2, a todos les pareció bien para una mujer y una infanta. Los demás guardaron silencio... o mejor decir, no opinamos, que es la palabra que suele decir uno, cuando no sabe que responder y prefiere esconderse.
Del dinero, no digamos nada. Se evaporó, simplemente, la magia es asombrosa, los milagros que hacen algunas personas de prestigio, perdón, prestigiadoras.
El problema no consiste en inmiscuirse o no: es humano y caritativo y se agradece- si se hace con sinceridad y valiente ha de ser, constructivo y por ente positivo. Y los lazos han de servir para algo, digo yo. Quizás me equivoqué. Y no sirvan de nada. O bien sirvan de un solo sentido y/ o al revés. Uno solo.
Todo esto a servido para romper lazos naturales de treinta años, entre otras cosas. La mujer embarazada de la noche de la pizza se vio de repente, por mala acogida, marginada y su fruto que es el mío, también. Si ella ha quedado rechazada, yo también me uno a ella. Cómo dice la ex, del –yo- es una sudamericanaaaaa!!, Con total desprecio, que le vamos a hacer. También dijo lo mismo la segunda: Tu no tienes familia. No sé por que lo dijo, quise no entender como otras tantas veces, o como otras tantas cosas. No me gusta escarbar y me callo dando la razón a las dos. Y esta vez, preferí hacerme el sordo.
Los años, totales de los treinta, él –yo- personal obtuvo innumerables apoyos económicos, para decirlo de alguna manera y que siempre fueron devueltos, incluido el respiro, pues el pacto de conocidos -nunca de familia, - siempre fueron devueltos. El dicho: -yo no quiero perder dinero- repetido hasta la saciedad corresponde al lenguaje que corresponden a un par de amigos, un par de amigos que mal se llevan. Ni más ni menos. Pero de parientes, nada. Si acaso de simples extraños. Es lo que hace el dinero. Yo no quiero ganar, pero no quiero perder, galimatías de mi ignorancia se lo oí decir a alguien, pero no recuerdo. No eran palabras de él, ya se nota.
Extraños y desconfiados es lo que hace el dinero. Mucho preocuparse a flor de nervios, de que no quedara ni un euro pendiente de pago. Deprisa, deprisa que de un modo u otro hay que recoger lo que es nuestro, lo que nos pertenece. Siempre hay dos varas de medición. Siempre en un sentido. Recuerdo que alguien me dijo: No todos podemos ser ricos. A esta frase respondo con otra frase que he oído varias veces de otro individuo y que no recuerdo quien es, flaquezas de la memoria, pues bien, respondió: Tu sí, yo no. ¿Por qué?
Recuerdo que la ex del –yo- personal llamó al consanguíneo que él- yo- personal estaba loco por llevarse un cuadro y otra vez se enojó, por estar juntos dentro de una mercantil con mi sanguíneo. No tendría mayor importancia que la que simplemente tiene. La ex del –yo- había manejado muy bien los hilos y a plena confianza a los que siempre pensé que estaba al lado de –yo- personal, ella sabia de cierto lo muy equivocado que estaba y lo demostró con cruces y creces. Lo de cruces no es un cuento, ni el agua bendita, si no pregunten y sepan. Yo me callo aquí, como en otras tantas cosas y como es mi costumbre.
Mas complicación para añadir al fuego, como si todos fuéramos locos, aunque sí sordos, pero con alevosía. Colgado de teléfono, tantas veces y veces. Mensaje sin respuesta para llegar a la conclusión que la enfermedad es temeraria en olvidos, sin embargo está capacitado para ir a Cuba o celebrar fiestas de noche. ¿Qué comentario le llegó? No lo saben, seguramente que no, seguramente que no... Me cerró las puertas. Bien cerradas están por mi parte. Mi –yo- personal sabe, el comentario que le llegó y los demás también, no sean tan inocentes que no pecaron de ignorancia, él porque mi consanguíneo me dio la espalda, cambió de idea y de opinión. Frágil de sentimientos y muy voluble de ideas. Fue valiente, incluso para no dar la cara. Simplemente colgó el teléfono, como si cambiara de camisa. Así son las emociones. A sí son la gente rica.
Siempre los había tenido en alto, renunciando muchas cosas o bien olvidando otras. Pero la vida te va enseñando y se puede ir perdonando, sin olvidar, ya que la vida es un teatro de maestros cuentistas y así seguirán hasta que se baje el telón. Son buenos actores. No lo pongo en duda.
Una cuestión de paréntesis me sorprende. ¿Saben de cierto, cierto... si todas las misivas que le a mostrado la ex del –yo- personal o comentadas por teléfono son ciertamente del –yo- personal?
Muchas cosas podría exponer, decir, de este caso y de anteriores hechos y de tiempos perdidos y tiempos pasados, pero moriré callado. No intento en modo alguno abrir heridas, pero que alguien escuche a la otra parte. De tontos todos somos un poco, pero algunos van por la vida de avispados y de listos.
Mi actual y mi –yo- personal, tenemos el orgullo de ser personas y no hace falta que nos cierren las puertas, ya nos dimos por enterados en la noche de la pizza, sabemos irnos cuando descubrimos que molestamos. Es cierto, tardamos un poco, pero sabemos también que no hay que llamar cuando se cierra la puerta. Ni intentar abrirla. Pues nunca será nada igual. Mejor para Uds., ¿verdad?
¿Hubiéramos obtenido la misma respuesta y apoyo de haber tenido mejor recursos o mejores finanzas. ? Seguramente que no.
Estas líneas no tiene ni son para ofender a nadie. Simplemente se cierran unas puertas. Y digo lo mismo que al otro consanguíneo. Él –yo- pronombre personal ha muerto.
Quédense Uds., en paz.
Agradecido de antemano y esperando no haber sido inoportuno con estas líneas. Y perdonen Uds., no tomen estos trazos, como afiladas o doble intención, porque entonces quiere decir que no han entendido nada de nada. Así de simple. Quemen esta carta, yo la guardaré para cuando mi hijo sea mayor y sepa juzgar y opinar con libertad, de un pequeño o varios percances que me dio la vida y como algunos me dieron la espalda. ¿Porqué? Ellos lo saben y yo también.
A pesar de ello, no tengo dudas si girando la suerte, yo no daré la espalda a ninguno, quien la necesite, sin papeles y con sentimientos, mi madre me los proporcionó.
Tengan una hermosa navidad y que sirva para todas