HOMBRES Y MUJERES
Me sorprende el bullicio que se hace de las mal llamadas estadísticas sobre el machismo. Sobre la agresividad del hombre sobre la mujer. Cada uno juega sus armas, encubiertas de apariencias los juzgados condenan lo condenable pero... la justicia que no oye, ni ve, va sacudiéndose el polvo de las miserias humanas, con la mayor injusticia que es la falta de imparcialidad. Es el grave error de la justicia empeñada a separar los hombres de las mujeres en un tratamiento desigual e intolerable.
Muchas cosas, que suceden en el ámbito del maltrato, jamás justificables, corresponden a la propia pareja por desconocimiento mutuo. Digo mutuo porque la responsabilidad es de ambos para que las relaciones entre un hombre y una mujer lleguen a buen fin. La base está en el conocimiento, en el entendimiento.
Mi extrañeza y con el respeto que se debe llevar toda relación de pareja, puede estar contaminada por la falta de conocimiento existente entre los miembros de una pareja. El diálogo franco y sincero es tan necesario como el agua para un pez. Si le quitamos el diálogo, el ahogo es inminente. Si le quitamos el conocimiento nos dirigimos a una catástrofe asegurada. A esto se le puede llamar cualquier cosa menos amor y sus consecuencias corresponden inequívocamente al maltrato sea por parte del varón o por parte de la mujer.
Que podemos esperar de un hombre llevado al matrimonio o a convivir en pareja, cuando ya, la mujer observa las inclinaciones, de un supuesto beber por parte de su compañero sentimental, o de la droga o de impulsos irracionales, o de arrebatos de paranoia. Que se puede esperar de esta relación basada en la incultura en la mayoría de las veces. El amor es ciego, pero no ha de cubrirse de la tontedad. Infinidad de parejas dejarían de entrar por la puerta de los odios, si antes, se hubieran observado con mayor conocimiento y dejando para otras cosas, los infiernos de los juzgados.
Si sabemos que nuestra compañera o compañero tiene mal carácter, cuando se casen, este dato u otros ya son conocidos por la pareja con anterioridad, formaran parte del equipaje de los sentimientos y conductas de cada uno. Si uno se dedica al robo, no espere su compañero/ a, que una vez casados pierda la voracidad de lo ajeno. Si se trata del alcohol, o de las discusiones o de sus cambios de humor, arrastrará dichos defectos a lo largo de su vida, con las consecuencias y riesgos para un buen equilibrio de pareja.
Casarse o vivir en pareja tiene muchas mas ventajas que vivir solo, pero, siempre conociendo a nuestro compañero. La vida es más hermosa llevada en pareja, cuando se comparte, cuando se escucha, cuando se dialoga, cuando se aprende... con humildad. El tren de la vida se aprende día a día. Lo demás, es una aventura.
Los avisos del conocimiento entre un hombre y una mujer ya se observan en los primeros contactos. En el ambiente en que se mueve, en su afán o no al trabajo, en la educación, en la responsabilidad, en la sensibilidad, en el trato, en las amistades...
El maltrato es evitable en la mayoría de los casos, conociendo bien a la pareja, podemos asegurarnos, un futuro feliz. Conocer la pareja es fundamental, conocerse mutuamente nos evitaremos sorpresas. El diablo no solo viste pantalones y esto en los juzgados lo saben, aunque actúen torpemente a ciegas.
Con esta sencilla reflexión, pueden ser felices las parejas y mantener esta felicidad. Solo es cuestión de una franca sinceridad, alimentado por el respeto, el cariño y el diálogo, sobre todo mucho diálogo. Los equívocos de pareja se pueden evitar. Vivir tranquilo no cuesta tanto.
Un beso no es amor. El amor se construye día a día, con ternura,
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