miércoles, 24 de junio de 2009

HOY TE QUIERO HABLAR...


Querido y amigo Jordi, uno de los familiares cercanos que tuviste la ocasión de conocer en vida y compartir algunos meses de su existencia, fué tu abuela, por parte de padre.

Tu abuela Elvira, era una mujer que me trasmitió, valores de respeto, valores de sentimiento y cariño, mucho cariño. Nada mas. ¿Te parece poco?

Sufrió los estragos de la guerra Civil Española. Fué de Barcelona a Francia, a pié, como una mayoría de españoles , perseguidos por las tropas franquistas. Una vez en la frontera francesa, una familia del país vecino la adoptó temporalmente, sacándola de un campo de concentración, de la miseria y del hambre.





Su primer novio, pertenecía a la "quinta del biberón", éste le escribió una emotiva carta, preguntando a tu abuela si su amor seria igual, si a consecuencias de la guerra perdiera la vista, las piernas o un brazo. No hubo ninguna carta mas. El novio de mi madre murió en la Batalla del Ebro, apenas tenía diecisiete años. Un balazo lo mató.

Años mas tarde conoció a mi padre, tu abuelo. Convivieron durante seis años y tuvieron dos hijos, el tercero mi padre obligó a mi madre a abortar. Y del amor se paso al odio temporalmente. Una cuchilla de afeitar rasgó el rostro de mi padre. Toda su vida llevó una cicatriz, como venganza de mi madre por obligarla a perder un hijo.

Por la custodia de los hijos, cada parte escogió su abogado y el juez de turno optó por la sentencia salomónica: que cada padre se quede con un hijo; el menor con la madre y el mayor con el padre. A si quedó la sentencia y el juez se quedó tan ancho y satisfecho. Pienso que para estudiar para juez el hombre no tenía muchas luces, como juez, claro está. No solo se rompió la pareja, si no también de por vida, dos hermanos crecieron de espaldas uno del otro.

Otra realidad es que mi padre era muy mujeriego y mi madre quería un marido para ella y no para compartir con otras. Mi padre volvió a casarse. Mi madre no. Tu abuelo tuvo otros seis hijos con la segunda mujer, pero, nunca olvidó a mi madre. Tuvieron que pasar cincuenta años para descubrir, una vez fallecido, que en su caja de caudales había un sobre oculto, con bastantes fotos de mi madre. No la olvidó nunca. Se por terceras personas que siempre fué así, pero los errores...

Tu abuela Elvira estuvo varias veces a punto de casarse, Con un judío danés que tenía salones de juego, con un maestro sueco, con un neoyorquino... Siempre me hablaba de ellos y de otros, y de sus dudas. Incluso le compraron el vestido de novia y un descapotable a las puertas de casa. Al final los rechazó uno por uno. Mi madre se guió por el sentimiento. Vivió por y para los hijos. Era una mujer de bandera, pero no una mujer tonta, a pesar de no tener estudios. Mi madre se casaba por amor o no se casaba y exigía a la otra parte el mismo compromiso que para ir a la cama ya habían otras.

Fué emigrante durante varios años, trabajó en Copenhague y Estocolmo. Montó un negocio en Palma de Mallorca y allí vivió durante largos años. Trabajó en una compañía de teatro de baile que recorría las ciudades españolas. Mientras mi hermano y yo estábamos estudiando en un mismo centro de enseñanza. Pero apenas nos veíamos.

Mas tarde se trasladó a Barcelona. Trabajó como extra de cine en infinidad de películas españolas y extranjeras, realizó spots publicitarios para la televisión y entidades bancarias. Creo recordar que aún la seguían ofreciendo trabajo con 8o años, pero prefería esperar la llegada de su nieto que le trajese aquellas chocolatinas.

Tu abuela, mi querido hijo Jordi, era una mujer de temple. Luchadora y con carácter. La conociste viejecita, así terminamos todos, pero tuvo la lucidez hasta el último día de su vida. Pudo conocer a su nieto Jordi, a mi amigo Jordi.


El día de mi primera comunión, tu abuela llegó tan guapa al colegio, que los religiosos se olvidaron del alumnado y muchos fueron los que se hicieron el encontradizo con tu abuela, admirando la hermosura y personalidad de la mujer. Te puedo decir que la asignatura del idioma frances y del latín que nunca se me dieron bien, a partir de aquel instante se me fueron aprobadas, para envidia de los empollones y pelotas de la clase. Esto si, aun se declinar el rosa rosae.

Así es la vida. Nacemos, crecemos y morimos. Es el ciclo constante de la vida, de los seres humanos, que amamos, sufrimos, lloramos y nos alegramos. Somos muy frágiles en este universo

al cual pertenecemos, pero no podemos olvidar el respeto a las personas mayores. Poseen la sabiduría de la vida y aunque el pulso les tiemble hay que pensar que ellos, en otro momento, tambien fueron jóvenes, amaron, lloraron y rieron, para abrir camino a nuevas generaciones.












































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