Cuando salgo a pasear, con mi hijo,
su pequeña mano recoge la mía. Nos miramos
Nos reímos, cómplices de no sé cuantas cosas
reímos de nosotros mismos, de la vida
Del aire y de la inocencia.
Me aprieta con sus dedillos con calidez
Allí una paloma blanca, picoteando. Nos detenemos
Seguimos, silencio.
Todo lo que nos envuelve, se llena de hechizo
Incluso el aire del Mediterráneo, nos riza el vello
En un soplo de dioses.
Camino arriba, camino abajo
Calor de manos que fluye nuestra sangre
Silencio, nos miramos, reímos, sin palabras.
Mi mano en su cabello, se lo remuevo
Me mira con ojos enormes, nos entendemos,
sale una sonrisa
De sus labios. Me rodea la cintura
Con su brazo, apoya su cabeza, andamos.
Silencio, sin palabras. Es mi hijo. Sin palabras.
Sólo la letra y caminos de tierra.
Palabras del silencio, palabras rizadas de viento
Sonrisa, sangre, silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario