sábado, 14 de agosto de 2010

LA CARTA QUE NUNCA LLEGÓ A SU DESTINO


LA CARTA QUE NUNCA LLEGÓ A SU DESTINO


Las cosas siempre pasan por que debían pasar mi querido Jordi o quizás porque hubo quien sin darse cuenta cambió el destino de las cosas por un simple acto. Por una simple carta.

Cuando falleció tu abuela, estimado Jordi, dejó un legado de fotos, documentos, partidas de nacimientos de toda la familia y... muchas cartas, entre ellas, las mías de cuando yo le escribía con seis años, a plumilla y tintero, con letra inglesa y con el secante bajo el puño para no ensuciar o emborronar las escasa letras que sabía escribir. El inicio de aquellas epístolas rezaba siempre lo mismo, fecha, lugar y... Querida mamá y para terminar: un millón de besos, de tu hijo que te quiere.. Ahora tienen un valor sentimental de ternura al poder ver con el cariño del tiempo valorado, que mi madre guardaba todas aquellas cartas escritas con tinta azul.

En estos tiempos el correo, poco se hace a mano. Casi nadie escribe y por esto tenemos esta letra indescriptible de los médicos que se les ha sumado los abogados, notarios, jueces y estirpes de nivel superior que en vez de escribir con mediana claridad, parece que están escribiendo jeroglíficos o textos de contraespionaje.

Pasaron los años y mis cartas se extendieron en líneas y en peticiones egoístas a medida que iba creciendo. Era un egoísmo que ahora veo reflejado al releer aquellas cartas testimoniales y que ahora me doy cuenta de los caprichos de niño idiotizado: Mamá, no olvides de comprarme unos patines... mamá, recuerda de mandar dinero para la excursión.. Mamá, necesito unas botas de fútbol, una camiseta del Barça... y unas.... Tantas cosas, que ahora entiendo que por inútiles e innecesarias llenaba mis cartas a base de peticiones caprichosas y que tu abuela, querido Jordi, la pobre mujer, con su trabajo, intentaba complacerme una y otra vez mis ilusiones infantiles.

Mi padre, al estar separado de mi madre, quizás por ello, solo me mandó, un gran auto de plástico, en vez de escribirme una carta. El enorme auto que se empujaba a mano y aún así, con grandes esfuerzos, apenas recorría unos escasos centímetros, por lo cual lo aborrecí y lo boté. Me quedé sin auto, me quedé sin carta.

El amor de madre es infinito, también el de muchos padres. La madre por su sensibilidad lleva en sus entrañas el instinto protector de por vida hacia sus hijos hasta extremos. Siempre será su hijo, el mas inteligente, el mas hermoso, el mas... superlativos en todas las cosas y hechos de la vida. Es parte de la naturaleza humana. Quiere lo mejor para sus hijos, lo mejor y esto lleva aparejada, el sufrimiento y el dolor.

Las relaciones, por aquel entonces, entre mi hermano mayor y nuestro padre pasaban por momentos difíciles. Mi hermano estaba haciendo el obligado servicio militar. Y deseaba una independencia económica para cuando terminara. Nuestro padre era un importante y adinerado constructor.

Las continuas exigencias de mi hermano están reflejadas en varias cartas dirigidas a mi padre. Cartas de amargura, cartas tristes y cartas de exigencias de base económica. Quería ser independiente en todos los aspectos, pero... con el dinero de mi padre.

Mi padre le escribía otras cartas, preguntándole por su salud, le daba ánimos para un buen futuro que se le avecinaba. También le hablaba de no se qué contactos de alto rango para que el servicio militar fuera mas llevadero. Le pedía por favor que le escribiera. Mi padre sufría por el primogénito.

La inconsciencia de mi madre, que no mala voluntad, se olvidó o medio olvidó, de echar las cartas que escribía mi hermano dirigidas a nuestro padre. No sabemos si fue mejor o peor que aquellas cartas no llegaran nunca a manos de mi padre, no lo sabremos. Tampoco mi hermano supo que aquellas cartas o parte de aquellas cartas que escribió dirigidas a nuestro padre jamás llegaron a su destino. Y jamás pudieron ser respondidas.

El amor de madre es ilimitado junto con el sufrimiento, el amor a los hijos, este excesivo amor a los hijos y su control hizo cambiar el destino de un padre con sus hijos. Pocas semanas después nuestro padre falleció.

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