jueves, 30 de julio de 2009

LA MUERTE DIGNA



La vida nos trae alegrías, penas y tristezas. La muerte de nuestros padres o familiares, la desaparición de algún amigo, el nacimiento de nuestro hijo, la perdida de nuestro trabajo, desengaños, la ruptura de un matrimonio...Todo ello nos afecta mas o menos con la fuerza de un tornado. Y nadie se escapa de que tarde o temprano ésto y más, nos suceda. Son los avatares de la vida y según nuestra sensibilidad, nos dejará una huella de por vida.

Recuerdo mi abuela, como otras muchas, que todos los meses iba al cementerio a visitar la tumba de su hija fallecida a la edad de 20 años por un descuido de la enfermera. La operaron de una simple apendicitis. Murió reventada al caer de la cama del Clínico de Barcelona. Cuando la quisieron auxiliar, ya estaba muerta. En el mismo centro, cosas de la vida, murió mi abuela, en semejantes circunstancias. La enfermera de turno, entre otros fallos le dió la medicación que le correspodía a la compañera de habitación.

Siempre he llegado a pensar, en términos generales, que el grupo mas desprotegido en los hospitales son el colectivo de la tercera edad, los que no pueden defenderse. Y en demasiados casos, no tienen quien les proteja.

No es extraño que la muerte digna se propague como la pólvora. El cuerpo es de uno con perdón de la Iglesia y lo digo como estudiante deseoso-creyente o al menos luchador diario para creer y comprender en este mundo que vivimos; pero debemos aceptar si tenemos una consideración con respecto a los animales, tambien y con mas motivo debemos tenerla con nuetros semejantes y con nosotros mismos. La muerte digna es otro de los derechos libres que corresponden al individuo. Es su cuerpo, su alma y su mente y solo a él, le corresponde decidir.

Es fácil hablar de resignación, cuando a uno no le toca la experiencia de sufrir en sus propias carnes o de un familiar directo el tremendo impacto que supone para uno mismo, soportar una agonía fomentada, acrecentada y experimentada por algunos círculos médicos e incluso ocultando experiencias tanto en base de fármacos o de ensayos clínicos. Siempre a la sombra del mismo interesado y demás familiares.

La libertad no solo consiste en poder ir a la playa, ir al cine, si no también disponer de su propia vida. No solo en base de la edad, de la enfermedad, también de su propia evolución como persona que libremente determine, solo él, sabe cuando detener el reloj de su existencia.












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